Mi pequeñaja no es muy precoz en los temas motrices porque por lo visto se parece un poco a su mami (que, entre nosotras, no es una persona muy ágil ni a la que se le den precisamente bien los deportes). Pero no pasa nada, porque ella va en su línea, más lenta que otros bebés de su edad que conocemos (que van que se las pelan) pero sin pausa, y al final llega a donde tiene que llegar. Así que hará cosa de una semana, justo cuando cumplió los once meses, que empezó a gatear en condiciones. Y digo en condiciones porque hasta ahora era capaz de desplazarse por el suelo desde hará un par de meses, pero era arrastrándose como un gusano, o más bien como un soldado en plan comando, con toda la barriga pegada al suelo y moviendo los codos y las rodillas.

Mi pequeñaja gateando. Podéis ver el “efecto de velocidad” en su pie derecho porque ya va que se las pela.

La primera vez que intentó ponerse a cuatro patas y hacer el movimiento de gateo se dejó los bracitos olvidados detrás y se cayó de cara contra las baldosas de los abuelos. Pobrecita, lloró bastante. Pero lejos de amedrentarse lo siguió intentando. Viendo que se le empezaba a dar bien el tema le pusimos una alfombra gordita en la que las caídas se amortiguan y pronto estuvo haciendo el movimiento correctamente, coordinándolo correctamente. Aunque en un principio yo prefería que no gateara, porque los bebés que gatean suelen caminar bastante más tarde (por aquello de que no les hace tanta falta pues ya tienen un modo de desplazamiento) he leído últimamente que es muy bueno que gateen para algunas habilidades futuras como la escritura. Yo no acabo de verle la conexión a lo de gatear y escribir; mi sobrina, sin ir más lejos, no gateó y escribió bien pronto estupendamente. Pero bueno, si hay estudios habrá que hacerles un poco de caso por aquello de que ahora nos conviene :P, así que hala, ¡bienvenido sea el gateo!

Ahora, como os digo, ya lo hace bastante bien, y cuando va gateando no estoy con el alma en un puño de que vuelva a caerse de cara porque la veo con mucha seguridad. Es una pasada cómo pueden evolucionar tanto en una habilidad con solo una semana de práctica, pero claro, con el empeño que le ponen… Ojalá le siguiésemos poniendo el mismo empeño a todo el resto de nuestra vida.

¿Y vuestros bebés qué tal? ¿Fueron de los que directamente aprendieron a caminar o estuvieron un tiempo gateando?

¡Un abrazo a todas!