Había leído en muchos sitios como síntoma de embarazo ciertos dolores en el bajo vientre, similares a los que sentimos cuando está por venirnos la menstruación o cuando ya ha hecho acto de presencia, que sin embargo yo no había experimentado. Alguna vez, de forma muy puntual y poco intensa, había sentido alguna punzada, pero nada llamativo. Es más, desde que estoy embarazada me he sentido como en la gloria, porque librarme de mis dolorosas menstruaciones ha sido una bendición. Sin embargo, hay otro tipo de dolores que se producen cuando el embarazo está más avanzado y que ya me han empezado a acechar peligrosamente: me refiero a dolores musculares, de ligamentos y de nervios causados por todo eso que está pasando y creciendo dentro de nosotras. Soy terriblemente propensa a todo problema muscular posible: he tenido tendinitis en varias ocasiones y distintas articulaciones, ciática, lumbalgia, problemas en las cervicales, en mis rodillas, hombros y en prácticamente todos los puntos de mi espalda, además de tener la columna desviada desde hace unos años (madre mía, me he descrito como un cromo, pero es verdad ja ja ja). Así que ya me estaba librando demasiado durante el embarazo de todas estas molestias…
Fotografía de Antonio Guerra en Flickr. Licencia Creative Commons By-NC-ND
Durante la gestación, principalmente cuando nos acercamos al tercer trimestre, son muchas las cosas en nuestro cuerpo que necesitan desplazarse para hacer sitio al nuevo ser y a todo lo que éste conlleva, como el útero agrandado. Ahora que estoy en la semana la matriz ya tiene el tamaño de una pelota de baloncesto y hay un volumen de líquido amniótico de aproximadamente 600 ml, además de que Semillita ya puede pesar hasta 800 gramos y medir 35 centímetros. Y eso, evidentemente, necesita un hueco, y el hueco se hace a base de agrandar la barriga y de desplazar esos otros órganos que antes eran los reyes de nuestras vísceras y que campaban a sus anchas, más anchos que largos. Ahora el útero con nuestro bebé tiene que desplazar intestinos, estómago, hígado, páncreas, vesícula, riñones, y convertirse en el rey del mambo dentro de nuestra tripa, que empieza a resentirse de tanto apretujamiento y del estiramiento que sufren nuestros ligamentos y músculos de alrededor, como los abdominales. Pues bien, esos estiramientos pueden doler, y mucho.
Ayer me pasé el día con un dolor muy intenso en el costado izquierdo, creyendo que podía ser algo del riñón, pero no, porque podía variar de intensidad e incluso desaparecer por completo en función de mis movimientos y mi postura, y además hoy ya no me duele. Pero era un dolor muy fuerte, y por lo que he leído en foros le ha pasado a muchas otras embarazadas y no ha resultado ser nada preocupante, músculos y ligamentos que se estiran o se inflaman y que causan mucho dolor, pero nada más que eso. Lo que es un tanto torturante es no poder tormarse un ibuprofeno o un antiinflamatorio, como máximo un paracetamol y si no es posible evitarlo y hace más bien cosquillas (yo soy muy drástica con la medicación durante el embarazo, solo he tomado 2 o 3 paracetamoles cuando no me ha quedado más remedio). Así que toca tener paciencia y esperar a que los dolores se pasen con el nacimiento de nuestro bebé. Mientras tanto, respiremos hondo y… ¡disfrutemos de la sensación de sentir que está ahí dentro!
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