Ayer lo comentábamos mi pareja y yo, y nos reíamos, de que las vacaciones ya no son lo que eran. Este fin de semana, que ha sido un fin de semana largo, o el reciente puente de Semana Santa, antes hubieran sido días de relax y de descanso total. Dormir hasta las diez, acostarse tarde viendo una película, salir a pasear sin restricciones, ir a cenar… Y llegar de vuelta al trabajo con las pilas cargadas, sin ojeras, con una cara saludable de “mira cuántas horas he dormido, como diez horas al día”. Pero ahora, lo que antes eran vacaciones ya no son vacaciones. Ahora tenemos un despertador humano que, como muy tarde, nos despierta a las ocho de la mañana y eso si no son las siete. No importa que nieve o truene, que sea sábado o domingo… Ha salido el sol y hay que levantarse. Tampoco importa cuántas veces se haya despertado a lo largo de la noche, que suelen ser bastantes (a veces sigue pidiendo tanto pecho como si fuera un bebé de meses, creo que tiene pesadillas o similar). Así que vamos por los rincones con ojeras, agotados, pensando que ni siquiera el fin de semana que antes era tan reparador sirve para descansar; a veces incluso sirve para estar todavía más cansados, porque no es lo mismo estar en un trabajo que consiste en plantarte delante de un ordenador que hacer tareas domésticas mientras un bicho patatero se dedica a desordenarlo todo y a hacer trastadas (eso sí, ¡está tan graciosa!). No diré que nuestra vida no sea más divertida que antes, que lo es, pero sí que es cierto que es mucho más cansada.
Esta es otra consecuencia de la maternidad: algunas palabras cambian de significado. Antes, tener unos días sin ir a trabajar eran para nosotros las “vacaciones”. No importaba que no fuésemos a ningún sitio especial, el simple hecho de no trabajar ya hacía que lo fueran. Ahora, sin duda, para poder considerar algo como “vacaciones”, en el sentido de descansar hasta cansarse del descanso y dormir como si no hubiera mañana, solo podría ocurrir si dejamos a la niña a dormir con algunos abuelos, cosa que todavía no ha ocurrido nunca porque como toma el pecho, y lo toma también a lo largo de la noche, no nos parece posible. Habrá que empezar a pensar cómo lo vamos a hacer para tener aunque solo sea un día de vacaciones auténtico… ¡Qué duro es esto de ser padres! A veces pienso que los antiguos eran unos sabios con eso de untar de anís el chupete del bebé :’-D
¿Y vosotras qué opináis? ¿Es complicado descansar teniendo niños?
¡Un abrazo a todas!