Bueno, ayer tuvimos una tarde de lo más movidita. El día había sido muy normal, llevábamos una buena rutina (estoy haciendo un esfuerzo por establecer una rutina constante a ver si mejoramos el sueño, que ha vuelto a empeorar). Se había pasado lloviendo toda la mañana por lo que no salimos a pasear y, cuando a eso de las cuatro de la tarde se despejó del todo, me pareció que lo mejor era salir y dar una vuelta para que la niña no se agobiara de estar en casa todo el día.
Un parque infantil. Fotografía: Flickr. Licencia CC-By-SA
Así que sobre las cinco de la tarde nos pusimos en marcha y salimos con el carro y un potito para merendar más tarde en el parque. Paramos en un primer parque en el que subí a la niña a un caballito de esos de madera que tienen un muelle, y le apoyé las dos manitas en los agarres que tiene a ambos lados de la cabeza. Sin embargo, estoy absolutamente segura de que en ese momento no tenía nada en la piel. Además, a eso de las seis menos cinco estuvimos viendo un pájaro subido en una farola, y yo me agaché a su lado para señalarlo y para decirle que llamara al pajarito, así que le veía la cara desde muy cerca y tampoco tenía nada.
Diez minutos después llegamos a un segundo parque, uno que tiene muchos pinos porque está como en un bosque (yo sospecho que puede ser eso, aunque no era la primera vez que visitábamos ese parque) y allí me senté en un banco para darle su merienda. No la bajé del carro, por lo que en este otro sitio no tocó nada, ni se subió en ningún columpio… Yo sí que toqué el banco antes de darle el potito porque estaba húmedo y le estuve pasando la mano por la superficie repetidamente hasta que encontré una zona seca, tal vez fue este el problema, que yo toqué el banco y luego la toqué a ella para limpiarla con el pañuelo varias veces… Empecé a darle el potito, de melocotón y plátano (yo tenía entendido que el melocotón no se daba hasta el año o así porque solía dar alergias, pero el potito pone a partir de cuatro meses y además ya lo había tomado antes, incluso había tomado melocotón normal a trocitos y no le había causado ningún problema). El caso es que cuando llevaba algo más de la mitad empecé a ver que tenía los mofletes y el mentón más rojos de lo normal… La cosa fue a más y cuando casi estaba acabando paré y me dije “A está niña hay que llevarla al médico inmediatamente”. Tenía la cara muy roja, encendida, y también se le habían puesto las manos hasta la muñeca muy rojas y como hinchadas. Estaba claro que estaba sufriendo algún tipo de reacción aunque yo nunca había visto una, de verdad que era muy alarmante.
Además a ella le dio por llorar y por querer que la cogiera en brazos, pobrecita, pero yo no la quería coger, porque nos quedaban como veinte minutos de trayecto de vuelta y lo que quería era correr lo máximo posible para subir al coche y llevarla corriendo a urgencias. Así que ya me veis, corriendo de forma literal en muchos momentos, ella llorando, otra parte del trayecto que es cuesta arriba y bastante empinada, cuando lloraba tanto que se partía el corazón, corriendo con ella en un brazo y empujando el carro con la otra mano, y repitiéndome a mí misma que debía darme prisa pero a su vez conservar la calma. ¡Madre mía, qué mal rato! Cuando llegué a casa parecía que había corrido una maratón. Y luego coger el coche, soportar el tráfico exasperante… Por suerte cuando llegamos allí le había mejorado mucho y apenas tenía ya algo de rojez en la mano izquierda. La doctora la examinó y no vio nada anormal. Me comentó que podía ser una reacción a muchas cosas y que en ocasiones no se llegaba a saber qué la había provocado. Le dije lo del potito, pero como lo había comido en otras ocasiones le restó importancia, seguramente no será el melocotón (eso espero, porque le encanta). Le miró todo el cuerpo y ya no tenía nada más salvo lo que le quedaba en la mano. Así que le dieron allí mismo una dosis de polaramine, un antihistamínco, y me lo dejó recetado para volver a darle 0,5 mililitros cada ocho horas si volvía a notarle algo, y por supuesto que volviera a urgencias si tenía otra erupción aguda. Lo más importante, por lo visto, es controlar la respiración, porque algunas reacciones alérgicas graves comprometen las vías respiratorias.
Por suerte no fue así en su caso, fue una urticaria aguda pero leve y en cuestión de hora y algo le había prácticamente desaparecido, pero el susto, o más bien la tensión de verme sola, tan lejos y tener que correr me dejó hecha un adefesio de cansancio. ¡Vaya tardecita! Por suerte, nuestra primera visita urgente a urgencias ha ido bien y yo logré centrarme y conservar la calma, a pesar de mi tendencia al nerviosismo en este tipo de situaciones. ¡Un minipunto para mami!