Bebés demandantes, mamás demandables

Ayer fue un día agotador. Como veis, ni siquiera escribí una entrada en el blog, y eso que llevo un tiempo en el que estoy escribiendo una entrada diaria. Pero ayer estuvimos todo el día solas en casa la pequeñaja y yo, y no pudimos ni salir a pasear porque hizo mal día, primero estaba nublado y amenazaba lluvia, y después se cumplió la amenaza y llovió que no veas. No es la primera vez que estamos las dos todo el día solas en casa sin salir a ningún sitio (de hecho, lo confieso, no me quité ni el pijama), aunque ayer se hizo especialmente duro.

Ayer la niña estuvo todo el día con este humor pero sin coche

Antes del embarazo era muy propensa a las migrañas, algunas incapacitantes, de esas de estar metida durante horas en una habitación sin un resquicio de luz, con un trapo apretando muy fuerte la cabeza e intentando mantener en el estómago una pastilla que me hiciera efecto antes de marcharse tal y como había entrado. Por suerte, durante el embarazo esto no fue así: creo que me dolió la cabeza una vez y de forma muy leve. Qué suerte tuve, porque yo pensaba que como me diese una migraña fuerte a ver qué hacíamos si no podía tomar más que paracetamol. Por lo visto, el embarazo y el parto me sentaron bastante bien en este aspecto; desde que nació la niña no sé si habré tenido dolor de cabeza una o dos veces.

Y sin embargo, ayer, notaba que me iba a pegar la migraña y allí estábamos, solitas las dos, sin poder salir ni a pasear. No sé si ella estaba también algo irritable de no salir o me lo pareció a mí, pero yo tenía mucho malestar, tenía que ponerme a trabajar en un proyecto nuevo que he comenzado y además tenía que hacerme la comida, así que me dio la sensación de que mi enana estaba muy demandante, que no podía estar sola prácticamente ni un minuto, gritaba o lloraba cuando la soltaba en la hamaquita o en el gimnasio… De hecho, cuando por la tarde llegó su padre y se encargó de ella, en un par de horas lo tenía ya bastante desquiciado, y ella había estado así todo el día. Por eso no sé si es que la niña estaba muy demandante (término políticamente correcto para decir que estaba un poco insoportable, pobre) o es que yo estaba poco demandable y necesitaba concentrarme en mi trabajo (cosa que fue bastante complicada), pero me sentí un poco mala madre cada vez que ella me llamaba (quiero decir que me llamaba para que la cogiera, porque normalmente estaba a mi lado y me estaba viendo perfectamente) y yo, en lugar de acudir rauda y veloz con una gran sonrisa (:D), pensaba: “¿Pero qué le pasará ahora?”. Y, además, mi conclusión era algo así como: “Pues no le pasa nada”.

Así que eso, un día muy complicado… No todos los días vamos a ser las mejores madres del mundo, si es que lo hemos sido alguna vez.

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