Desde que supe que el bebé que está creciendo en mi interior tenía capacidad para escuchar ya los sonidos del exterior (allá por la semana 18, tengo entendido) pensé en ponerle música clásica por si tiene efectos positivos tanto en su desarrollo actual como después de su nacimiento. Se dicen muchas cosas en torno a los beneficios de la música clásica en general y de la música de Mozart en particular, aunque debo decir que, científicamente hablando, no he encontrado ningún estudio que lo corrobore de forma clara. Tal vez hayáis oído hablar alguna vez del supuesto “Efecto Mozart”, según el cual escuchar música de Mozart puede hacernos más inteligentes (guau, qué gran responsabilidad para él). Es cierto que Mozart era un gran genio; con 5 años componía sinfonías (¡sinfonías! ¡Con cinco años!) y se estima que su coeficiente intelectual rondaba los 160 puntos (cuando ya se es superdotado con 140, y una inteligencia normal es de 100 puntos).
Retrato póstumo de Wolfgang Amadeus Mozart. Dominio público.
Pero… ¿se puede “transferir” esta inteligencia con música? ¿Tiene la estructura de la música capacidad para desarrollar el cerebro de otras personas a base de frecuencias y tonos? Yo lo desconozco por completo, no soy ninguna conocedora del solfeo ni de ningún instrumento más que a un nivel muy básico (aunque me hubiera gustado aprender a fondo, es una de mis asignaturas infantiles pendientes). Sin embargo, sí que he notado que, cuando aproximo un altavocito con música a mi barriga, hay un aumento claro de los movimientos del feto. Claro, no sé cómo interpretarlo… ¿le gusta? ¿No le gusta? Yo prefiero pensar que es porque le gusta y le estimula… Suelo ponerle la “Sonata para dos pianos en re mayor K448”, que es la que supuestamente tiene el efecto más claro. Es ésta:
Sonata para dos pianos en re mayor K448
Desde luego no sé si tiene efectos o no pero a mí me relaja muchísimo… Y supongo que si a mí me relaja también se relajará mi bebé, porque debe sentir que yo estoy a gusto y relajada y entonces se transmite, ¿no? Según el estudio de 1993 por el que se acuñó el término efecto Mozart, escuchar esta sonata mejora nuestro razonamiento espacio temporal pero… la mala noticia es que el efecto dura solo 10 minutos, y no afecta en absoluto a nuestra inteligencia global, sino únicamente a ese razonamiento espacial. Además, fijaos en lo que opina la propia directora de la investigación que se llevó a cabo ese año: “Frances Rauscher, la investigadora y profesora de psicología de la Universidad de Wisconsin-Oshkosh, que realizó el primer estudio experimental en 1993, se muestra molesta con el grado de explotación comercial del efecto Mozart y la orientación lucrativa que se le dio a sus investigaciones. En todas sus conferencias deja claro que no existe evidencia científica de que al escuchar algún tipo de música se incremente la inteligencia [1]”. Y de hecho en otros estudios posteriores no se ha podido encontrar relación alguna entre escuchar la música de Mozart y un aumento de la inteligencia, ni durante 10 minutos ni en ningún aspecto concreto del racionamiento humano.
Algo relacionado con el efecto Mozart es el método Tomatis, un método desarrollado a mediados del siglo XX para ayudar a la curación de casos de depresión a través de la música. Yo sí creo que este efecto puede estar ahí, que la música afecta sin lugar a dudas al estado de ánimo de las personas y a nuestra forma de enfrentar un problema… Quizás haya personas más o menos sensibles a la música, pero sin duda es algo que puede llegarnos a todos al alma.
Así que tengo toda la intención de continuar poniendo música de Mozart a mi Semillita para que haga su baile de piernas cuando la escucha. No la hará más inteligente (¿qué más da? Será como tenga que ser), pero quizá sí le haga disfrutar y, cuando la escuche en el futuro, recuerde la sensación de seguridad de estar en el vientre materno y la haga un poco más feliz. Y es precisamente para eso para lo que deseo traerla a este mundo: para que sea feliz.
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