En la última semana he hablado con varias amigas que tienen hijos mayores que nuestra pequeñaja de que han olvidado en qué momento hicieron esto o aquello. Saben aproximadamente si fueron precoces o más bien tardíos, pero les resulta imposible recordar si fue a los 5 meses, a los 6 o a los 7. Incluso les cuesta recordar el tiempo en el que eran bebés como es ahora la nuestra. Supongo que es lo normal cuando ves a tu hijo crecer día a día a tu lado, cuando le ves evolucionar constantemente, porque no hay periodo de mayor cambio y evolución que la primera infancia.
He olvidado incluso lo dura que fue la lactancia al principio y lo mucho que lloré de nervios, miedo, agotamiento y ese puñetazo en la cara que supone tener de repente una vida en los brazos que depende totalmente de ti.
Nuestra hija no tiene aún 6 meses y ya hemos olvidado cosas que creí, en su momento, que jamás olvidaría: cómo costaba dormirla al principio, cuando tenía el sueño cambiado; cómo se colgaba de mi pecho de forma constante y me dejaba agotada; cuándo empezó a balbucear o cuándo empezó a intentar coger el juguete que le tendía o incluso cuándo empezó a sonreír, cosa que me hizo muchísima ilusión. Así que al final, ese momento especial que crees no olvidar jamás porque se te ha grabado en el alma, en verdad se va disolviendo en la memoria y otros momentos, quizás mejores o quizá simplemente distintos y presentes, se van superponiendo. No se olvida la sensación, la emoción, ese hormigueo de ver a tu bebé sonreírte conscientemente por primera vez, pero sí el cuándo, el cómo o las circunstancias que lo rodearon. Porque cada día está lleno de sonrisas nuevas que van llenando poco a poco la caja de la maternidad.
Por eso no vale la pena obsesionarse ni con el pasado (qué ha hecho y cuándo) ni con el futuro (qué hará y cuándo, y si será más o menos precoz que otros bebés) sino simplemente vivir el hoy, estar al lado de nuestros hijos y verlos crecer de forma feliz. Resulta que lo único inolvidable es el momento y que jamás serás tan feliz como lo eres en este preciso instante, porque la felicidad del ahora mismo es real y la del pasado es tan solo una bruma en la memoria.
En fin, ya veis, hoy me ha dado por ponerme filosófica :) ¡Espero que me lo perdonéis!
Un abrazo grande.