Empezando a extrañar a los desconocidos

Pues sí, ahora que nuestro monstruito tiene ya casi 8 meses, ha llegado ese temido momento en el que empieza a tener miedo de los desconocidos. La verdad es que nos ha cogido un poco por sorpresa, porque hasta ahora unos brazos eran unos brazos y no importaba de quién, lo único que importaba es que esos brazos tuviesen fuerza para sacar a un bebé de un carro o de una hamaquita y pasearlo por diversos sitios interesantes. Es cierto que no todo el mundo le gustaba igual: a algunas personas les sonreía mucho y a otras nada de nada, pero no llegaba al punto al que ha llegado esta última semana.

En una sola semana, ha llorado por desconocidos 3 veces. La primera vez fue con un vecino nuestro que lleva barba cerrada. Ella iba en el carrito porque íbamos a pasear y él se acercó a hacerle un poco de caso. Fue verlo, mirarlo fijamente, muy seria, y empezar a hacer pucheros hasta llorar con lágrima. Como el vecino iba con su niña, que tiene exactamente 1 año más que nuestra pequeñaja, y la niña sí que le gustó mucho, dijimos: “debe de ser la barba, le habrá dado miedo”, pero lo cierto es que mi hermano lleva barba y no hay problema. Claro que a su tío lo conoce desde que nació…

Pablete

La cara que nuestra niña pone al principio cuando un desconocido se dirige a ella es más o menos así. “Pablete”, fotografía de Antonio Pavon en Flickr.

Confirmamos que no era la barba porque al día siguiente repitió este comportamiento con una pareja y su hijo de dos añitos, todos ellos perfectamente afeitados. Tardó un poco más en empezar los pucheros, pero al final lloró exactamente igual. Es más, el summum fue cuando el otro niño intentó darle un beso, ahí ya casi le da algo, pobrecita.

Y ayer llegamos a casa de mis padres y había un familiar mío al que ha visto muy poquito. Primero vio al abuelo y estaba tan sonriente, y justo después vio a este familiar, en el que no había reparado hasta entonces, y le cambió la cara de repente. Pasó de la risa a estar muy muy seria y además estupefacta, como diciendo: “¿Qué demonios hace un desconocido en casa de mis abuelos?”. Supongo que ver desconocidos en la calle, pasa, pero verlos en tu propia casa… eso ya no tiene perdón. Y después de ponerse seria, cómo no, lloró desconsoladamente.

Así que ya veis, ya está aquí ese momento en el que tiene claro los que son los suyos y los que no, y de estos últimos desconfía. Supongo que es algún tipo de mecanismo de supervivencia, pero lo cierto es que a los padres nos impacta bastante. Siempre ves a tu bebé tan feliz y sonriente, sin llorar estando contigo y demás familiares de confianza, y de pronto la ves pasarlo tan mal cuando un desconocido intenta ser simpático… Ahora me alegro mucho de que haya estado con los abuelos tan a menudo, tanto estando nosotros también presentes como en nuestra ausencia, porque está totalmente acostumbrada a ellos y no sufre porque nosotros no estemos durante unas horas. Se me partiría el corazón de marcharme y ver que se queda llorando, así que espero que eso no llegue a ocurrir, aunque es una fase distinta a lo de extrañar a los desconocidos y me temo que ocurrirá más pronto que tarde.

¿Cuál es vuestra experiencia en este tema? ¿Vuestros bebés ya han pasado por esta fase? ¿O por el contrario son de esos niños que no extrañan nunca y que siguen siendo simpáticos con los desconocidos?

Un abrazo a todas.

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