La baja de maternidad

Si yo tuviese un trabajo “normal”, entendiendo por normal un trabajo por cuenta ajena al que reincorporarme después de haber dado a luz, esta misma semana se me habría acabado la baja por maternidad. Monstruito cumplió el sábado pasado las 16 semanas, no tiene aún ni los 4 meses, que cumplirá el 7 de marzo. Se me parte el corazón solo de pensarlo y me parece una crueldad; casi no hemos tenido tiempo ni de conocernos. Es un bebé tan pequeño, tan recién venido al mundo, que no sé cómo podría dejar que la mayor parte del tiempo lo pasara, a partir de ahora, con otras personas que no son su madre o su padre (en este caso soy yo la que estoy con ella todo el tiempo porque su padre se incorporó al trabajo a mediados de diciembre). Y eso que tengo la suerte de contar con los 4 abuelos, hechos y derechos y dispuestos a hacerse cargo de ella en cuanto sea necesario; otras personas no tienen tanta suerte y se ven obligadas a dejar a un bebé de menos de 4 meses en una guardería. Me consta que en las guarderías reciben muy buen trato y mucho cariño, tengo una amiga que trabaja en una y que se encargar de los bebés más pequeños, pero me sigue pareciendo un cruel último recurso al que nos obliga la sociedad actual. El bebé quiere a su mamá por instinto, es irreemplazable, y el contacto constante con ésta es importantísimo en los primeros años de su vida. Todavía no he conseguido entender bien esa palabra tan manida que es la “conciliación”. En realidad necesitamos conciliar porque la mayor parte de las madres necesita un sueldo a final de mes. Por supuesto, habrá muchas madres para las que su carrera profesional sea muy importante y deseen reincorporarse pronto al trabajo, madres a las que su trabajo les llena y quieren ser simultáneamente buenas profesionales y madres, lo cual respeto. Pero también creo que hay un porcentaje mucho más elevado de madres (y de padres, en general) que trabajan simple y llanamente porque hay que ganarse el pan y sacar a la familia adelante. Tenemos la mala costumbre de comer cada día y de necesitar ropa, techo y servicios.

Como os digo, sin embargo, yo no tengo un trabajo “normal”. Llevo más de 2 años trabajando por cuenta propia en proyectos editoriales y educativos desde casa, cuando hay alguno. De hecho, en diciembre tuve que realizar un proyecto bastante voluminoso (la niña nació el 7 de noviembre), así que me vi trabajando sin descanso y dando el pecho a una lactante que quería comer cada hora y media y hacía tomas de 1 hora. El proyecto en sí me gustaba mucho, era interesante y muy enfocado a lo que a mí se me da bien, pero si no hubiese sido porque nos venía bien el dinero no lo hubiese aceptado; no en ese momento, recién parida, cansada, durmiendo mal, dando el pecho, enfrentándome a las nuevas sensaciones y dificultades de ser madre. Lloré muchos días, agobiada porque tenía entregas atrasadas y el trabajo no salía adelante.

Pero las cosas están así montadas… espero que la sociedad se vaya concienciando de que eso es muy poco tiempo y que la prestación por maternidad en el futuro sea mayor a 16 semanas.

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