¡Feliz primer mes!

Hoy, 7 de diciembre, nuestra bebita cumple un mes. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Siento que hace nada estaba embarazada, esperando que llegara el momento del parto, y ya estamos aquí; el parto llegó, pasó, y también pasó otro mes entero con un bebé en nuestra casa. Sospecho que a partir de ahora esto será así, que el tiempo pasará deprisa, a pesar de lo duro que es cuidar de un bebé y de lo largas (y a la vez cortas) que se han vuelto las noches. Creo que es un buen momento para hacer un pequeño balance inicial de este primer mes:

1. La lactancia es tremendamente dura, al menos así la he sentido y la siento yo y las otras mamás con las que fui a las clases de preparación al parto. Me ha costado mucho esfuerzo mantenerla este mes sin suplementar con biberón (sí de leche materna alguna vez como ya os contaré, pero no de fórmula), si bien estoy contenta de haberlo conseguido y también parece que la cosa va mejorando poco a poco. Pero de idílica y maravillosa, nada de nada. Es un esfuerzo enorme y consciente que hace la madre para dar a su bebé el mejor de los alimentos posibles.

2. La baja de paternidad de 15 días es una basura. ¿Para qué buscar un calificativo más suave? Así queda más claro. Hoy en día las tareas de cuidado de un bebé están bastante equilibradas entre el padre y la madre. La maternidad es cada vez más una mapaternidad, algo conjunto, y que el padre tenga que volver al trabajo solo 2 semanas después de que su pareja haya dado a luz es durísimo para ambos. Mi pareja todavía no se ha reincorporado porque ha enlazado la paternidad con vacaciones que había guardado específicamente para este momento, pero si llevara ya 15 días trabajando yo no sé cómo me las hubiera apañado (supongo que en la medida de lo posible habría tenido que recurrir a mi madre). No veo viable que me hubiese quedado sola con la niña y con la lactancia sin implantar en absoluto… Creo que muy probablemente la niña estaría ahora tomando biberón y yo estaría hundida en un sentimiento de culpa muy desagradable (sobre el sentimiento de culpa que siempre cargamos las madres a todas horas por mil cosas ya reflexionaré en otra entrada…).

3. El postparto es un período de convalecencia. No se trata de que tengas que estar en cama, pero necesitas que te ayuden y sobretodo que te cuiden. Se juntan muchas cosas: el binomio incompatible de cansancio + tiempo para dormir, el dolor de los puntos y la falta de movilidad que suponen (que no se me están sanando muy bien, a pesar de que solo eran 3), el dolor intensísimo de los pechos en la subida de leche, las grietas iniciales en los pezones, los entuertos, el bajón hormonal, el tener a un bebé enganchado al pecho unas 12 hora al día… Por supuesto este listado de cosas se combina con otro listado más amplio y gratificante de sensaciones maravillosas, de amar más a tu pareja, de sentir que al fin tienes a tu hija en brazos, que está bien, que está creciendo y alimentándose… Pero no dejas de ser una recién parida que quiere mimitos y consideración.

4. Cuidar a un recién nacido es en su mayor parte una cuestión de ensayo y error y de paciencia. Hay cosas que se arreglan cuando modificamos alguna rutina o algo que sin darnos cuenta hacíamos mal, y otras simplemente con paciencia, cuando el bebé va madurando. Durante las primeras noches, cuando la niña se despertaba porque tenía hambre, le dábamos de comer con la luz encendida. A mí me iba mejor porque veía si se cogía bien del pezón, si estaba succionando correctamente… Pero después no había forma de volver a dormirla. Hemos tardado unas semanas en darnos cuenta de que si hace la toma a oscuras y sin ruidos, se queda dormidita en el pecho cuando se ha saciado y podemos ponerla de nuevo en su cuna a dormir tranquilamente durante un par de horas hasta la toma siguiente. Sé que es obvio, pero no se nos había ocurrido. También parece que se le va adaptando el sueño a día-noche, cosa que al principio tenía cambiado; esto es más bien cuestión de paciencia… un día empieza a preferir la noche para dormir.

5. El agotamiento nocturno saca lo peor de ti y la carita satisfecha de tu bebé saca lo mejor. No importa cómo de malhumorada te hayas sentido hace unos minutos porque has dormido 2 horas en toda la noche; cuando ves que se agarra al pecho con ganas, come un buen rato de forma apacible y luego se duerme con expresión de placer indescriptible, te sientes invencible.

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