Desde que nació Monstruito, hemos oído en multitud de ocasiones, dicho por otros padres, algo así como: “Mi bebé es tocar el coche y se queda dormido”. Pues bien, pocas cosas ahora mismo me producen más envidia que ese comentario. Porque nuestra peque odia el coche con todas sus fuerzas, y lo demuestra de forma enérgica en cada trayecto, con un compendio de gruñidos, pataleos, gritos y, cuando ya está muy muy harta, entonces se pone a llorar (la verdad es que no es un bebé muy de llorar, prácticamente solo llora en el coche, pobrecita). Y eso que en la mayoría de los trayectos no va sola atrás, sino que yo voy con ella, sentada a su lado, porque visto lo visto intentamos organizarnos para ir los 3 juntos siempre que podemos; en otras muchas ocasiones, el abuelo viene a recogernos a nosotras 2 a casa. Así que yo voy con ella y le voy poniendo el chupete cuando se le cae, meneándole muñequitos, cantándole canciones, hablándole, intentando despistarla y sí -lo confieso- también he llegado a ponerle algún que otro episodio de Pocoyó en el movil; yo, que no quiero que se acerque a una pantalla hasta que tenga por lo menos 3 años (qué risa, ¿no?). Y eso que nuestros trayectos no superan los 20 minutos…
Desde hace unas semanas el abuelo no está tan disponible como antes, de modo que de forma progresiva empezamos a desplazarnos las dos solas en el coche, yo conduciendo, claro, y ella detrás, sufriendo su particular infierno en semisoledad, ya que mis canciones y mi conversación desde el asiento del conductor parece que no le llegan. He aprendido a contorsionarme para llegar a ponerle el chupete cuando se le cae, pero tampoco quiero hacer muchos malabares mientras conduzco para no perder la atención de la carretera, así que cuando no se lo puedo poner de forma segura tengo que dejarla llorando. ¡Qué sufrimiento!
Más o menos esta soy yo durante el trayecto:
Cuando vamos en coche intento relajarme para no perder la atención a pesar de su llanto. ¡Uf! Fotografía: Flickr
Parece que estoy más de parto que conduciendo, porque me digo a mí misma: “Tranquila, respira, tranquila, respira, tranquila, respira… Todo pasará… respira…”. Y así los 20 minutos.
Y esta es ella:
Así que ya veis, puedo afirmar sin lugar a dudas que los peores ratos que tenemos con Monstruito son estos, cuando está en el coche, quizá empatados con esos momentos en los que tiene un sueño atroz y no consigue dormirse, aunque esos son más breves… Y de repente, muy pero que muy de tanto en cuando, nos concede (y se concede a sí misma) un premio como este:
Los bebés son una caja de sorpresas :D
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