Ya os comenté en una entrada previa que habíamos empezado con sus primeras papillas de fruta, y que su reacción era distinta día a día. Había días en los que parecía encantarle la papilla y estaba deseando que llegara la siguiente cucharada y otros días, como hoy, en los que ha aprendido a cerrar la boca para dejarme meridianamente claro que ya no quería probar ni un bocado más. Yo he insistido, como buena madre con el chip ese de una cucharadita más, y ha habido algún que otro grito de indignación. Pero nada, ni por asomo, creo que no se ha comido ni la mitad del cuenco, así que menos de 100 mL seguro (había unos 200).
Pero como no hay mal que por bien no venga, esto está haciendo que mi dieta varíe ostensiblemente de grasas saturadas varias (he desayunado un trozo de brownie) a sana sanísima, al menos a media mañana. Porque desde que Monstruito empezó con la alimentación complementaria, mamá come un montón de papilla de fruta. Esto es lo que me he comido hoy en lugar de un buen café (descafeinado, claro) con pastas:
Al rico batido de pera, plátano y naranja.
Tal vez haya sido por la naranja que no le ha gustado, porque es la primera vez que la incluyo (está bastante estreñida) o simplemente porque no tenía mucha hambre porque no hacía mucho de la última toma de pecho, pero el caso es que ahí se ha quedado, en el cuenco, y como tirar comida es un pecado gordo pues hala, mamá pa’ dentro. Menos mal que la papilla de cereales se la come mejor que la de fruta (será como yo, muy fan de los hidratos), porque por ahí sí que no paso.