Momentos embarazosos (I): pagar un osito babeado

Ayer por la tarde fuimos a pasear a Ikea y a mirar muebles de oficina. Supongo que todas las zonas de niños de todos los Ikeas son iguales, con muchos muñequitos y muy accesibles, tan accesibles que da muchas ganas de cogerlos. Así que al pasar por allí le cogimos a Monstruito un osito muy cuco y se lo dimos para que se entretuviera un poco en el carro (y para comprarlo, claro, que era baratito), ya que nosotros teníamos que planificar un cambio de muebles y nos tocaba mirar, medir, decidir… En fin, ignorarla un ratito, pobre.

Este es el osito de marras:

Osito de peluche de Ikea

La verdad es que es muy mono, con su trajecito marinero y su corazoncito, ¿no? Pues buena nos la hizo el osito.

El caso es que, como nos despistamos un poco con eso (o bastante, a razón del resultado), cuando quisimos darnos cuenta el osito estaba chorreante de baba. Lo había estado mordiendo y babeando por todo: piernas, brazos, cabeza, etiquetas… Es decir, había babeado hasta el código de barras. Vosotros diréis: “Claro, ¿y qué esperábais? Un bebé que todo lo muerde con un osito en la mano. Blanco y en botella”. Pues sí, tenéis razón. Pero ya habíamos metido la pata, no había marcha atrás. Y una vez metida la pata de semejante modo solo nos quedaban 3 alternativas posibles, ninguna de ellas agradable:

  1. Dejarlo otra vez en el cajón de los ositos. Está feo, porque otro niño habría acabado cogiendo el osito babeado de nuestra bebé. Tal vez para entonces ya estaría seco, pero higiénico no es, claro, y la descartamos. Eso sí, lo que no descarto es que otros ositos del mismo cajón hayan sufrido alguna vez el mismo proceso, si es que los bebés son muy de babear y las cosas de Ikea tan fáciles de manosear por la tienda… A lo mejor voy a plantearme lo de comprar peluches allí, ahora que sé lo que sé :D
  2. Robarlo. Descartado por razones obvias, pero una solución al problema sí que era, al menos el de la vergüenza de la alternativa 3, que fue la elegida.
  3. Pagarlo así, babeado. Qué pena por la cajera, de verdad, y qué vergüenza… Pero estaréis conmigo en que era la alternativa menos maligna de las 3. Y mira que yo intenté poner el código de barras muy visible y bien arriba, para que solo tuviese que pasar el escáner de códigos sin tener ni que coger el osito siquiera, pero nada, supongo que por la costumbre la chica lo cogió y lo estuvo manoseando para encontrar nuevamente la etiqueta. No dijo nada, pero notarse se notaba. Estaba completamente húmedo, ¡puaj! A mí no se me da nada, que es la baba de mi hija, pero pobrecita de ella ja, ja, ja. Y nosotros mientras tanto, tierra trágame.

Así que ya veis, nuestra bebé no tiene aún ni 6 meses y ya tenemos nuestro primer momento embarazoso. Por supuesto no fue culpa suya, sino nuestra, que le dejamos el osito y nos despistamos sabiendo lo que hace cada vez que tiene un muñeco a mano, llevárselo a la boca y usarlo de mordedor. Pero ella estaba tan pancha en su carro mientras nosotros nos moríamos de la vergüenza pagando un osito impregnado con sus babas, así que esto se lo tengo que recordar cuando sea mayor y no quiera que le dé un beso a la puerta del cole.

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